Hasta nunca, 2015

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Cuando cumplí los 20, mi padre me dijo algo que se me quedó grabado: disfruta mucho de cada día, porque a partir de los 20 todo pasa volando. Cómo me hubiera gustado que no tuviera razón, pero ahora, 5 años después, os puedo asegurar que tiene más razón que un santo.

Puede que el haber empezado la universidad ese año influyera algo, porque ahora pienso en todos estos años de carrera y no puedo creer que estén a punto de terminar. Pero no estamos aquí para hablar de la universidad o de lo rápido que pasa el tiempo. Estamos aquí, o al menos lo estoy yo, para despedirme del 2015.

Ha sido un año lleno de altibajos, con cosas muy buenas y cosas muy malas, con días maravillosos y días de no querer salir de la cama y tirarlo todo a la basura. Lo que viene siendo la vida, vamos. Y por eso ha sido tan bonito: he sentido cosas muy malas y cosas muy buenas, pero con lo que me quedo es con el hecho de haber sentido cosas. He reído, he llorado y me he muerto de miedo; no me he atrevido a hacer algunas cosas, pero he sido tremendamente valiente en otras. He dicho adiós, y he recibido cosas nuevas que no esperaba que llegasen a mi vida.

Encontré trabajo en febrero y empecé el último año de carrera. No me veía capaz de compaginar ambas cosas y aquí estoy, viviendo sola, estudiando y pagándomelo todo yo, con mi esfuerzo. Siento que me he hecho mayor, aunque sigo siendo una niña pequeña en muchos aspectos, y espero no dejar de serlo.

He viajado. Por fin fui a Dublín, mi querida Irlanda, y me muero por volver, esta vez por más tiempo. He ido al cine, también, con mis amigos y mi padre, mi eterno compañero de butaca. Ayer mismo fuimos a ver Star Wars y salí feliz al sentir que hacía años que no me lo pasaba tan bien delante de una pantalla. Son pequeñas cosas que a lo mejor ahora mismo no recuerdo, pero que en su momento me hicieron muy feliz. Y han pasado de verdad, y ahí están, haciéndome como soy, cambiando cada día aunque no me dé cuenta.

Y después están mis amigos y amigas. Muchos nuevos han llegado, y cómo me alegro. Las cuquis me hacen reír y con ellas sé que puedo hablar de todo. Mis nenas de Barcelona, que con un solo ¿os apetece café esta tarde? arreglan cualquier día malo o convierten uno bueno en uno mejor. Mi mejor amiga de la infancia, que ha vuelto a mi vida y no puedo estar más contenta de haberme reencontrado con ella. 

Este rinconcito, mi Palabritas, volvió a la vida con un nuevo vestido y nuevos objetivos. Ahora me siento bien escribiendo aquí, sabiendo que este rinconcito es el fruto de años de esfuerzo y mucho, mucho cariño. Y vosotros y vosotras seguís ahí, a pesar de los parones de meses enteros o de haber pasado por épocas en los que estaba completamente perdida. No habéis dejado que Palabritas se apague, y no sabéis cómo os lo agradezco.

Todo esto son pequeñas piezas que han ido haciendo del 2015 un año que ya termina. Un año especial, como todos, que ya no da más de sí. No me gusta ponerme propósitos de año nuevo, así que lo único que quiero pedirle al 2016 es que me permita ser valiente y que no deje que los que quiero sufran más. Solo eso. Un año tranquilo.

Espero que vuestro año os haya hecho aprender cosas nuevas, a pesar de haber tenido cosas malas o reguleras. Hacedme caso: quedaos con lo bueno, que al fin y al cabo es lo que vale la pena. De lo malo quedaos solo con lo que os ha hecho aprender. Es la mejor manera de seguir adelante.

Os deseo lo mejor en este año nuevo. Ése es mi souvenir de este 2015 para vosotros.

Cristina.