AyD #2: La peligrosidad de la novela

Aunque parezca mentira, ya estoy en segundo de Estudios de Inglés y Español en la universidad. En estos meses de carrera he aprendido muchas cosas, algunas más curiosas que otras, y de ellas os voy a hablar en esta sección. ¿Empezamos?

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LA PELIGROSIDAD DE LA NOVELA

Desde hace ya bastante tiempo que vengo leyendo por las blogosfera varias entradas un tanto indignadas quejándose de que los adultos dicen y repiten que los jóvenes no leemos y que la literatura juvenil está maltratada en el mercado. Yo siempre que comento dichas entradas dejo clara mi opinión: todo el mundo, y repito, TODO EL MUNDO sabe que los jóvenes leen. No hay más que ir a una librería y ver el lugar que se le ha dado a la sección juvenil, o la importancia en los medios de comunicación de ciertas series de libros como Harry Potter, Los Juegos del Hambre o Crepúsculo.

No hace falta repetir hasta la saciedad ¡LOS JÓVENES LEEMOS, Y MUCHO! porque, aunque no sé por qué razón hay quien piensa lo contrario, la gente lo sabe. Los jóvenes siempre han sido los grandes consumidores de novelas y lo seguirán siendo. Esto no quiere decir que siempre tenga que ser novela juvenil, porque los jóvenes puede leer todo tipo de novelas y disfrutan con ello.

Es por eso que cuando hace unos días nuestra profesora de Literatura Española del Realismo y del Modernismo nos pasó varias páginas con textos sobre la novela realista, no dudé en hablar sobre ello en el blog. Y es que cuando la novela empezó a ser importante entre los lectores, la gente entendida en literatura la despreciaba. Sí, igual que ahora muchos dicen que la novela juvenil es despreciada (aunque yo no opino igual), hace años la novela -hablando en general- sufría el mismo trato. Veamos el texto del que os hablo:

«La novela es y será irremediablemente, por más severa que sea la educación doméstica, el único libro en que un sexo entero y gran parte del otro aprenderá en la época tempestuosa de la juventud la operación más importante para el hombre, cual es la de dirigir sus afecciones.

Hay un hecho cierto e irremediable: La juventud lee y leerá novelas con preferencia a cualquier otro libro, porque es lo que más debe divertirla e interesarla... Desprecie, pues, el literato cuanto quiera un género que no puede aspirar a la cumbre del Parnaso; el moralista y el político cometerán un gravísimo yerro en despreciarle, pues es un medio constante y podemos influir sobre la juventud. En vano se prohibirá que los jóvenes lean novelas; los jóvenes las leerán...»

LISTA, Alberto, “Matilde de Mme. Cottin”, El Censor (1822); 

El texto, escrito en 1822, habla -aunque con otras palabras y desde un punto de vista un poco lejano en el tiempo- sobre todo lo que se quejan muchos ahora. Que aunque los literatos se empeñen en dar más prestigio a la poesía o al ensayo, los jóvenes seguirán leyendo novelas. Ahora hay quien se indigna porque se le da más prestigio a la novela de adultos que a la juvenil: ¿y qué más da? Los jóvenes seguirán leyendo novelas juveniles, y tú seguirás leyendo lo que te apetezca. ¿Tanto importa a qué se le intenta dar más prestigio? ¿Lo que de verdad importa no es lo que te gusta leer, sin tener en cuenta lo que digan los demás?

La juventud es la época en la que las personan somos más influenciables, y eso los escritores lo saben muy bien. Si consiguen que te enamores de su historia, de su novela, te estarán influyendo de una manera u otra. Por eso es muy importante elegir bien a quién estás leyendo y saber si el escritor está siendo sincero contigo -tú como lector, quiero decir- o no. Hay que leer de todo para saber con qué te dejas influenciar y con qué no. Sólo así podrás madurar como lector y, por qué no, también como persona.